PREPARACIÓN DEL TERRENO PARA PLANTAR

La preparación del terreno tiene una importancia considerable para el porvenir del jardín.En primer término la jardinera elegirá, de acuerdo a sus conocimientos, la tierra que crea más fértil, con el objeto de evitar mayores trabajos en el futuro. Por consiguiente, es preferible aquella que tenga la mayor cantidad de humus o elementos vegetales en estado de descomposición. Al mismo tiempo es menester retirar del terreno todas las otras materias que son inútiles o pueden perjudicar el desarrollo de las plantas, es decir, tallos duros, raíces, piedras, etc.







Desde un punto de vista práctico un suelo puede considerarse formado por dos capas: una superficial o “capa laborable” que alcanza una profundidad de 40 centímetros, y una profunda o “subsuelo”, que sigue a la anterior y alcanza hasta unos 80 centímetros de profundidad.





El suelo que verdaderamente interesa es el que está representado por la primera capa; en ella se desarrollan las raíces de la mayor parte de plantas de jardín (nos referimos a las florales), encontrando allí las substancias nutritivas que necesitan. A mayor profundidad la fertilidad decrece y la cohesión es mucho mayor; alcanzarán estas capas las plantas de gran porte, árboles, arbustos, etc., y otras que por tener un sistema radicular vigoroso, puedan penetrarlas. Las raíces de los árboles recorren a veces distancias extraordinarias, yendo en busca de la humedad necesaria y de los alimentos (sales minerales) que puedan encontrarse disueltos en la misma.Las labores del suelo tienen por objeto, entre otros, dividir y desmenuzar la masa terrea que ha de estar en íntimo contacto con las raíces de los vegetales que se cultivan, logrando:



1) la aireación y meteorización necesarias para activar las reacciones bioquímicas del suelo, y con ello la descomposición de las materias orgánicas que han de convertirse en elementos nutritivos para los vegetales;





2) la fácil penetración de las raíces;



3) la incorporación de abonos hasta una profundidad adecuada;



4) la mejor conservación de la humedad del suelo, etc.